Allí, nos juntamos a la hora prevista, Carlos, Luiz, Josito, Javi y yo, y viendo que nadie más se animaba, con los diez minutitos de cortesía, salimos con la idea de que iba a ser una ruta tranquilita, por la incorporación de nuestro querido compañero. Pues nada más lejos de la realidad, llegamos a Canto Cochino, charlando y con un ritmo tranquilo, pero el aire de la bajada debió cambiar algo, porque a partir de ahí, tonto el último.
Hicimos las dos paraditas técnicas de siempre, en el primer descanso de la subida, para comer y en el segundo para abrigarnos algo, a partir de aquí, bajada a tumba abierta, de algunos más que de otros, como siempre, pero sin concesiones.
Llegamos sanos y salvos, limpieza de material y a las 12:30 nos fuimos a tomar un refrigerio, que nuestras gargantas secas por el polvo, nos los agradecieron.
Como siempre, buen tiempo, buenas máquinas y mejor compañía.
Victor.
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